Nutrición energética

Bases y fundamentos Herramienta terapéutica complementaria para el restablecimiento de la salud

Dietética y Alimentación humana estudia la forma de proporcionar a cada individuo los alimentos que en cada circunstancia precisa para su adecuado desarrollo o situación fisiopatológica.

Desde esa concepción se considera alimento a cualquier sólido o líquido que aporta, bien:

Material combustible para ser utilizado por el organismo como fuente de energía para producción de calor, movimiento, etc.

Material plástico para crecimiento, regeneración y recambio, reproducción, etc.

Sustancias moduladoras necesarias para regular la producción de energía, procesos de crecimiento, síntesis, etc.

Los nutrientes son aquellos elementos básicos de la dieta, que según la Dietética convencional tienen únicamente propiedades cuantitativas y nos sirven como material energético, estructural o como agentes de control de reacciones propias del organismo y que se encuentran en los alimentos. Y clasifican los nutrientes en hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas, minerales y agua.

La Nutrición Energética considera y estudia los alimentos no sólo desde el punto de vista cuantitativo sino también desde el punto de vista energético. Esta visión permite reconocer que lo que comemos repercute en nuestra salud a nivel físico, emocional y mental, no sólo como aporte de nutrientes básicos necesarios para cubrir funciones fisiológicas, químicas, etc, sino que también ejercen acción terapéutica por sus propiedades cualitativas.

Cuando se habla de energía del alimento generalmente se refiere a la cantidad de calor producida cuando el alimento se destruye o se quema, lo que conocemos como calorías. Sin embargo, éste es sólo un aspecto de la energía y describe únicamente lo directamente mensurable al destruirse el alimento.

Cada alimento y cada forma de vida tiene su propia y única manera de comportarse y sus propias características, que pueden calificarse como energía vital. Estas cualidades energéticas se crean en función de la clase de ambiente en que vive, de cómo se formó, de cúal fue su crecimiento y de otros muchos factores. En función de cómo nos afecta un alimento, necesitamos percibir su carácter y su comportamiento energético.

Podemos hacerlo comparando las diferencias existentes entre alimentos de origen animal y vegetal.

Las plantas para captar sus nutrientes desarrollan sus raíces hacia abajo y hacia afuera por el suelo y los animales lo hacen hacia adentro, en el intestino delgado, donde se absorben los nutrientes (la flora intestinal puede describirse de un modo primario como los microbios del suelo que ayudan a que las plantas tomen el alimento del suelo).

El aparato respiratorio de las plantas desarrolla las hojas expandiéndose hacia arriba y hacia el exterior, mientras que los pulmones de los animales se desarrollan hacia adentro de una forma densa y compacta. Los animales captan oxígeno y eliminan dióxido de carbono; las plantas además captan dióxido de carbono y desprenden oxígeno.

Las plantas son estáticas y los animales son móviles. Los animales están hechos en su mayor parte por proteínas y almacenan sus excesos en forma de grasa, mientras que las plantas están formadas mayoritariamente por carbohidratos y almacenan su energía en forma de almidones y aceites. Las plantas y los animales están gobernados por dos tipos de energías opuestas y complementarias. El mundo vegetal representa tendencias más pasivas y más expansivas, mientras que el mundo animal nos habla de tendencias más activas y contractivas.

La Filosofía oriental nos enseña que la elección de los alimentos que comemos ejerce una influencia sobre nosotros que va más allá de sus cualidades organolépticas (sabor, aroma, color, textura). Las células se forman con los alimentos que comemos, el agua que bebemos y el aire que respiramos.

La Nutrición desde el punto de vista oriental explica cómo los diferentes ingredientes, combinaciones y formas de elaborar los alimentos interaccionan con el sistema digestivo e influyen para crear un cuerpo, mente y estado emocional saludables.

La capacidad de adaptación al medio en el que vivimos está condicionada porque podamos adaptarnos a factores como la temperatura, la humedad o el estado vibracional que hay a nuestro alrededor.

Esto está relacionado directamente con lo que comemos porque el alimento también está condicionado por esos factores.

Todos los seres vivos, y de modo especial el ser humano nos insertamos e interrelacionamos con la naturaleza, estableciéndose entre ambos una dependencia y simbiosis. Nada ni nadie pueden sobrevivir de forma aislada. Esto se debe a que formamos parte de un todo, un universo cuántico cuyo único fin es la perpetuidad, un concepto que nuestra idea del tiempo no acaba de entender.

Somos campos de energía que contribuyen, a su vez, al mantenimiento de la energía cósmica o universal. Así que debemos ceder y absorber energía unos de otros para el mantenimiento del Todo, lo que nos lleva a conseguir energía en cada segundo de nuestra vida.

Lo que necesitamos en los alimentos es su potencial energético. Porque los alimentos son fundamentalmente energía.

El campo de energía disponible se debe al movimiento continuo de partículas subatómicas (fotones, quark), los cuales se interrelacionan entre sí constantemente creando y destruyendo materia, siendo esto la base de la existencia material.

Físicamente, las partículas materiales que necesitamos para sobrevivir son mínimas, y lo que ocurre cuando nos desnutrimos de ellas es que perdemos la concordancia en nuestro campo energético. Dicho campo de energía dependerá básicamente de nuestros procesos mentales, puesto que en realidad somos una mente que dispone de un cuerpo con el que moverse.

Del mismo modo, la desnaturalización de los alimentos, o la ingestión de otros que han perdido su potencial energético, no lograrán mantener el equilibrio energético aunque nos aporten los nutrientes que aparentemente necesitamos.

Hay otro factor que hay que tener en cuenta y es el que se refiere a la inteligencia que poseen todos los seres vivos y por tanto, los alimentos. La vida se expresa mediante el fluir permanente de la energía, pero esta se comporta por un impulso natural que apenas entendemos, un impulso inteligente.

La interrelación no es casual y los diferentes campos energéticos buscan su homólogo, o su complementario; necesitan fundirse con algo o alguien.

Los alimentos no poseen una forma, sabor, olor y color aleatorios. Están diseñados mediante un proceso inteligente imposible de cuantificar, constituyendo el conjunto de sus elementos lo que denominamos personalidad. Si fundimos cada alimento y su personalidad con aquellas zonas del nuestro cuerpo que vibran de forma similar, conseguiremos armonizar nuestro campo energético. Y una vez conseguido y mantenido, la enfermedad tendrá pocas posibilidades para instaurarse, siendo la salud nuestro estado natural y lógico.

“En cada parte del Universo se contiene toda la información presente en todo el Cosmos”
David Bohm (físico)

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