En toda sustancia material hay un equilibrio entre las fuerzas que mantienen unidas a sus partículas (fuerzas contractivas) y las que hacen que se repelan (fuerzas expansivas).
Aquellas sustancias en las que predominan las fuerzas contractivas les llamaremos estructuras yang y a aquellas en las que predominan las expansivas, les llamaremos yin.
La concepción del universo como un cúmulo de fenómenos energéticos no sólo corresponde a la Física moderna. Tradiciones y filosofías de diversas culturas también lo explican.
Los fenómenos se manifiestan como si tuvieran dos caras, resultado de la existencia de una polaridad energética universal, que se ha representado de distintas formas según la cultura o la religión. El taoísmo la simboliza con el círculo del yin y el yang, el cristianismo con la cruz, el judaísmo con la estrella de David, el budismo tibetano con la esvástica, el sintoísmo con la T invertida, el zoroatrismo con el punto y la línea, etc.
Esa polaridad energética universal se basa en que en todo fenómeno existe una tendencia hacia la expansión y otra hacia la contracción, o lo que es lo mismo, una tendencia yin y otra yang.
Cada alimento tiene una energía y unos efectos, dependiendo de sus características de crecimiento: velocidad, dirección, estación, tamaño, densidad, contenido en agua…
Todas estas cualidades producirán distintos efectos y reacciones en nosotros.
Su energía ascendente y expansiva, su alto contenido en agua y su consistencia blanda, su sabor dulce o soso, su baja concentración en nutrientes y su carácter enfriador, su calidad predominante vegetal y su alto contenido en potasio.
Debilitantes, refrescantes y favorecen las (en Medicina Bioloógica) fases de reacción como la irritación y la inflamación. Su consumo excesivo favorece las enfermedades de deficiencia.
Efectos de los alimentos yin cuando se consumen en exceso:
Debilidad: física, emocional y mental
Defensas bajas
Diarreas
Irritación e inflamación: dolor
El cansancio, la apatía, la ansiedad y/o angustia, la depresión, la dispersión mental, la dificultad de concentración, de atención, y de memorización, la tendencia a las infecciones (respiratorias, genitourinarias, digestivas, dermatológicas, etc), la irritabilidad intestinal (diarreas,
flatulencias, meteorismo), los procesos inflamatorios articulares y digestivos, son todos ellos en la mayoría de las ocasiones reflejo de una alimentación en la que predomina el consumo de un exceso de alimentos yin.
Su energía descendente, contractiva, su bajo contenido en agua, su consistencia dura y su sabor salado, así como su contenido en minerales. Tienen una alta concentración en nutrientes, carácter calentador, son de calidad animal y tienen gran contenido en sodio.
Contractivos, calentadores, estancadores y favorecen las fases de deposición, impregnación y degeneración.
Efectos de los alimentos yang cuando se consumen en exceso: sobrecarga hepatobiliar y renal, problemas intestinales (estreñímiento, alteración de la microbiota intestinal, degeneración celular, enfermedades cardiovasculares, etc.
Alteración en el metabolismo de las grasas (hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia), cefaleas, contracturas musculares, cansancio, diabetes, problemas oculares, etc., por sobrecarga hepática, retención de líquidos, hiperuricemia, artritis, etc., por sobrecarga renal, estreñimiento, disbiosis intestinal, etc., por sobrecarga intestinal, degeneración a nivel digestivo (cáncer de colon y de estómago), problemas cardiovasculares (arterioesclerosis, infarto de miocardio, etc., son algunas de las consecuencias derivadas de un exceso en el consumo de alimentos yang.
Los alimentos de este grupo son aquellos que no tienen un exceso de energía yin ni yang. No son ni excesivamente expansivos ni contractivos, su contenido en agua es medio, su calidad no es ni excesivamente blanda ni dura, su sabor no es ni dulce ni excesivamente salado, no son enfriadores pero tampoco calentadores en exceso, su concentración en nutrientes es media, son sobre todo del reino vegetal y lo más importante tienen una relación sodio/potasio adecuada.
Tomaremos siempre alimentos equilibradores o neutros y aquellos más yin o más yang en función
de nuestra condición.